La alimentación es un acto de amor

Nunca imaginé escribir sobre esto, pero creo que es otro tema que es necesario volverlo a pasar por el tintero con la edad, especialmente cuando se asume la responsabilidad de salir del hotel mamá. Estamos acostumbrados a comer para saciar el hambre, comer por gusto, comer por duelo, como acto social para lograr un negocio, para convencer al otro de que mi idea es la mejor opción o simplemente, para conocer el lugar de moda.

Pero alimentarse es más que comer, alimentarse es darle al cuerpo lo que necesita para funcionar durante el día. Evitando excesos, faltas, logrando un equilibrio entre las verduras, las frutas, las amadas harinas, la proteína, los dulces y las grasas; por mencionar una forma de clasificar los alimentos. Porque hay tanta variedad de cosas que es imposible tener una sola visión al respecto, pero ese no es el tema de este artículo.

Yo a mis treinta y tantos, un poco joven para mí, comencé a sufrir por la alteración del colesterol y los triglicéridos, “enfermedades” que he escuchado desde niña, pero siempre las relacioné con los señores y no con mi corta adultez. Y desde he comenzado a tener una relación sana con la comida, algo que no lo había entendido antes pero que ahora se volvió necesario si quiero evitar consumir químicos que me ayuden a prevenir accidentes cerebrovasculares y relacionados.

Tener una relación sana con la comida es un tema que a parte que está de moda, considero que es muy importante enseñarlo en el hogar desde la infancia para cambiar un poco el panorama poco saludable y lleno de obesidad en los jóvenes adultos. A demás porque en muchos casos, como en el mío, implica asuntos internos no resueltos que tarde o temprano sale a la superficie para ser tratada o ignorada y vivir con un pedacito de oscuridad pesada entre el pecho, el estómago y la espalda.

Personalmente soy consciente de que es necesario hacer algo, pero ahora, cuando ya hay una condición médica, cuando el cuerpo está repuestico y las estrías decoran gran de mis extremidades inferiores y parte del abdomen. Lo primero fue ver, con la ayuda de mi psicólogo, que no era normal despertar con hambre todos los días y tener la capacidad de acabar hasta con la pega de los calderos. Luego, identificar que la sensación de estar cansada, tener dolor de cabeza constantemente, sentirme pesada y deprimida tenían un amiguito físico al que no había querido ver durante años…

Acto seguido, fui al médico general, él me envío con la oftalmóloga y la nutricionista para comenzar a dar orden a todo lo que estaba sintiendo mi cuerpo; y para pasar el trago ejercicio constante porque el sobrepeso era evidente. Ahora con todo mi universo patas arriba comencé de nuevo a construir mi vida, pagar el gimnasio y hacer espacio en la jornada para asistir al menos dos veces a la semana. Mercar, de nuevo, porque con las ocupaciones normales del trabajo y el hogar más las mil que uno se pone, pedir domicilios fue el nuevo hábito: me volví experta en identificar promociones y restaurantes ricos vs. económicos cerca de mis lugares frecuentados. Lo sé porque la app tiene registradas más direcciones que el explorador de mi pc.      

Retomando, volví a cocinar todos los días! Incluyendo domingos y festivos, porque es mucho más económico y sinceramente no hay bolsillo que aguante el ritmo de los domicilios en desayuno, almuerzo y comida. A demás para mí la dieta es muy fácil de llevar, solo debo poner de mi parte para no caer en la pereza, consiste en preparar algo que me guste con los acompañantes necesarios y logrando la porción justa. Es una actividad que te da la oportunidad de explorar en el amplio mundo de sabores, texturas y colores hasta encontrar los sabores perfectos para tu paladar, además de lo gratificante que es abrir la coca y saber que eso lo hiciste tú con tus propias manitos específicamente para ti.   

Pero ¿por qué es un acto de amor propio? El amor propio es la relación que tenemos con nosotros mismos que implicar aceptarse incluyendo las luces y las sombras, entiendo que somos el resultado de los diferentes matices de grises, sin que haya un trono igual en el mundo. Y el hecho de saber qué es lo que me gusta, qué es lo que necesito para preparar algo que cumpla con esas dos es el acto de amor.

Al final del día somos nosotros, solo tu o yo, los que estamos parados frente al mundo con las herramientas que nosotros mismos hemos desarrollado, sacando nuestra mejor postura para enfrentar las adversidades de la vida y disfrutar los logros que con trabajo nos hemos ganado.   

(Imagen Imagen de Bali Kangin en Pixabay)

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