En el segundo instante
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| Imagen de Pexels en Pixabay |
Sinceramente no puedo recordar el día que lo conocí pero si
la época y el momento por el que pasaba en mi vida esos días. Hoy quiero hablar
del que creo y hasta ahora considero es el amor de mi vida, se los cuento
porque no sé hasta cuando me vaya a durar, tal vez sea un rato o quien quita que
hasta el último de mis días, pero es una historia feliz y con eso es suficiente.
Es el motivo para cambiar lo días grises o tristes por los que hemos pasado.
Yo soy egresada de una universidad pública y mi carrera era
muy nueva para ese entonces y funcionaba de una forma muy diferente a las demás
porque tu ingresabas con x personas y todo estaba organizado para que terminaras
con esos mismos porque cada semestre debía ser tomado completo o de lo
contrario te ibas atrasando ya que no había variedad de horarios.
Así que por la vida misma, el trabajo y los amigos que
dejaron de ser los mismos todos los días comencé a frecuentar gente nueva, si
me preguntas cómo la verdad es que tampoco lo recuerdo. La universidad, en ese
momento no sé si todavía, estaba llena de ventas ambulantes y algunos lograban
colonizar alguna mesa vacía la que por el resto de su estancia iba a ser su “local”
por así decirlo.
Hacer parte del grupo de simpatizantes de una mesa era conocer
a muchas personas porque el flujo era constante. Yo me hacía en la primera mesa
de la entrada principal y ahí el cambio era aún mayor, porque inicialmente no
hacía parte de mi facultad y segundo eran personas de todas las carreras así
que la oferta era amplia.
Entre todos esos personajes que ahí se encontraron por
varios años estaba él, un chiqui recién ingresado a la universidad, digo chiqui
porque ya yo estaba en 4to semestre y verlo me recordaba los primeros días de
la U. Él era estudiante de ingeniería y yo soy comunicadora, la diferencia de
todo podía ser evidente pero me parecía hermoso a pesar de todo. Siempre lo
veía tan lindo y pensaba lástima que sea menor porque yo podría ser su novia si
estuviera en primero también; ahí quedó.
Lo veía en la mesa, en la biblioteca, por las piscinas pero
nunca pasó nada más que el saludo y en ocasiones una conversación de 5 o 10
minutos del día a día. Además yo tenía novio, era una relación para mí estable
y no tenía la necesidad de buscar algo por fuera… Con los años por un tema
laboral terminé con mi novio, cambié de ciudad y de vida.
Un día de febrero, estaba haciendo una visita a medios en
Medellín -mi casa- y estaba tranquila comiendo comida de mami cuando entró un
mensaje al chat de alguien que me hacía un reclamo por no haber salido con él, no
reconocía la foto pero el nombre si lo recodaba vagamente: era él. Le dije
aprovecho que ando por la ciudad y te veo mañana en la U.
Ese día madrugué a trabajar, mi jefe se fue al medio día y
me dijo eres libre hasta el lunes, disfruta.
Realmente no lo disfrute mucho porque tenía mil asuntos que resolver,
estuve por fuera todo el día y al final comenzó a llover, me mojé tanto pero
jamás se me ocurrió desistir de la cita que tenía esa noche. Le escribí y le
dije que mejor una hora más tarde, él dijo que sí y cuando por fín llegué
estaba ahí parado, en la portería solito, con una carita de cansancio pero
sonrió de tal forma cuando lo saludé que olvidé todo.
Buscamos un lugar donde estar, hablamos y fue divertido. Lo
escuché y él a mí pero solo pude hacer clic cuando me dijo que tenía la misma
edad que yo, les juro que desde ese instante hasta hoy hemos estado juntos a
pesar de mi vida por fuera y él con la suya. Hoy tenemos casi tres años y puedo
decir tranquilamente que lo amo y es la persona con la que quiero vivir hasta
que sea viejita.



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