Mi mejor experiencia: Un café
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| Imagen de Free-Photos en Pixabay |
En mi casa, desde que yo tengo uso de razón, se toma café al
levantarse. Cuando estaba con mi mamá era de desayuno con pan y algún otro
alimento que hiciera las veces de proteína, mientras que con mi abuela era con
galletas (de limón) mientras estaba el desayuno que lo servía a las once y
media de la mañana.
Esta costumbre ha cambiado en los diferentes momentos de mi
vida pero jamás ha se ha dejado de hacer…Mientras estudiaba, casi todo el
colegio estuve en la jornada de la tarde, tenía todo el tiempo para comer y
hacer de cuenta que esta con mi abuela, es yo como mucho desde niña.
Luego llegaron los días de universidad y ahí todo cambió.
Eso de madrugar no es para mí y como prefería dormir siempre me cogía el día
así que opté por empacar el café en un termo de agua y comprar buñuelos de
camino al bus, sentada en el vehículo me disponía a maquillarme mientras comía.
Eso era para poder ser persona en clase, al salir si compraba algo decente que
me alimentara.
En esa etapa aprendí, y estoy segura que muchos estudiantes
de universidad también, en donde estaban las grecas, porque si hay un aparato
que haga rico el café es ese, no tiene comparación con los express de las dispensadoras
bonitas que habían en las burbujas (locales que hacían las veces de tienda). Y
lo mejor, había un chico de la universidad vecina que andaba en bici y vendía
café por todas partes, él mismo lo hacía con anís estrellado, anís normal, cúrcuma
y otras cositas más, que sabía delicioso como para tomar con chocoramo muy a
las cuatro de la tarde 😉.
Luego llegó el trabajo y la cosa fue cambiando, es la hora en
la que sigo aprendiendo a madrugar…porque eso de llegar tarde no es una buena
opción. Lo único bueno es que el café está presente en la cocineta y puedes
tomar las veces que lo consideres necesario. Muchos lo toman para despertar, pero
yo no, a mí me gusta tomar café, sabe delicioso, te ayuda a socializar y además
te quita el sueñito.
Hay quienes creen que es de viejos, hay a quienes no les
gusta y también hay a quien le cae mal. Algunos lo toman con azúcar, otros lo
toman solo, muchos le ponen leche o crema y yo me tomo como sea y me gusta
mucho más cuando es para conversar.
Confieso que he tenido que irlo dejando poco a poco porque
el reflujo me quiere matar, esas enfermedades que te recuerdan que ya eres
adulto y debes cuidarte, por eso. Pero díganme si no, un día cualquiera tipo 10
de mañana, haciendo una visita de rutina, trabajo o por gusto, con calorcito…que
te ofrezcan un café recién hecho, de esos que huelen como tres casas a la
redonda: no tiene precio.
Ese momento es único porque la cotidianidad y comodidad del
momento no se encuentra en otro espacio y las historias de salen de ahí no se
repiten. Señor o amiga lectora si usted necesita averiguar algo real, algo que
solo se lo puede decir una persona, corroborar un dato, solucionar un problema o
simplemente olvidarse por un momento de sus cargas personales le recomiendo que
vaya a esa casa a la que hace mucho no va y se tome un café.



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