Somos gente
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| Imagen de Susanne Pälmer en Pixabay |
Aunque he aprendido, con el tiempo,
a manejarlo porque es imposible olvidar lo que se aprende y el hábito de estar
informado me quedó muy bien inculcado. Pero ahora leo lo que me parece
interesante y lo que es importante, porque al leer tienes la posibilidad de
elegir mientras que al ver algo que ya está programado como las noticias debes
consumir el paquete completo.
En los casos de temas que no quiero
conocer a profundidad pero que es de afectación nacional, intento ver el titular
y así me aseguro de estar al día con lo que está pasando.
Porque si me parece grave, a nivel personal, abstraerse tanto de la realidad y
no entender qué pasa o más o menos por qué pasan las cosas en Colombia.
Hay algo que ha puesto a pensar
mucho, desde hace un tiempo, el valor por la vida y el significado de la
muerte. Ya que la realidad se ha convertido en una especie de videojuego,
asesinar a otro es tan fácil, tan barato, tan común, tan cotidiano que no sé a
dónde se ha ido eso que le enseñaban a uno en el cole, cuando éramos niños, que
la vida es sagrada.
A lo mejor esto es algo que ha sido
de siempre y yo no lo sabía, pero ahora para mí es apenas evidente. Claramente
es un país que ha estado en guerra desde antes de que yo naciera y han pasado
muchas formas de violencia en todo ese tiempo, actos que han violado nuestros
valores una y otra vez, que se volvieron común a nuestros ojos que ya no
sabemos qué es vivir con amor y en paz.
Pero acá también hay otras cosas,
otras personas, otros asuntos que alegran un poco el corazón en medio de tantas
historias grises. Por nada tenemos tantos festivos o hay fiestas tradicionales
casi que cada fin de semana. Me imagino que es una salida emocional para al
menos pensar en un panorama diferente, algo más feliz.
A mí no me gustan los tumultos de
gente, me fastidia no poder caminar a mi ritmo y ver las calles sucias, por eso
no conozco mucho las celebraciones nacionales. Pero sí me gusta hablar con la
gente, escuchar sus historias y conocer de sus bocas lo que en ese mundo aparte
que solo se encuentra en sus cabezas.
Mi vida ha estado ligada de muchas
formas con el departamento cordobés, una de las zonas más afectadas por la
violencia pero a pesar de todo mantienen un aura festiva y amable que no parece
que hayan pasado por tanto. Para sentirlo hay que ir hasta allá y vivirlo, una
de las mejores épocas para compartir en la costa es la Semana Santa.
En las zonas rurales es típico
hacer comida (pescado, icotea, arroz, dulces y muchas cosas más) pero lo más
bonito es que es para compartir, algunos la venden y está bien, pero la mayoría
hacen una olla gigante y en pequeños empaques reparten entre la familia,
vecinos, amigos y personas que ellos consideran importantes. Por ejemplo, si tú
haces parte de alguno de estos “grupos” así no hagas nada para compartir vas a
recibir una cantidad de invitaciones y de manjares que no se ven en ninguna
otra época del año ni lugar del mundo.
Lo bonito es ver como esa persona de
la que sabemos muy poco y que apenas nos conoce hace lo posible por darte un
alimento preparado con sus propias manos en esos primeros días de abril. Hay
gente mala, yo creo, o gente que ha hecho cosas malas pero hay personas muy
bonitas que vale la pena conocer. También lugares y costumbres que ni nos
imaginamos más allá de la playa o las reservas naturales que comúnmente conocemos,
hay más por descubrir.
Tip: Si decides ir a conocer las ricuras de la costa te recomiendo un dulce que se llama Mongo Mongo, es de color negro y de apariencia poco interesante pero es delicioso. Es una mezcla de frutas cocinadas a fuego lento, los originales lo hacen enterrando la olla en la tierra mientras otros lo hacen en leña y dura muchos días en cocción...pero el resultado es mágico 😍.



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